Una aguja imantada suspendida por el centro, toma, en cualquier lugar de la Tierra, una dirección determinada, formando el plano vertical que pasa por ella un pequeño diedro con el plano meridiano, e inclinándose más o menos la aguja respecto del plano horizontal.
A la mitad de la aguja que se dirige hacia el Norte se denomina aguja norte y, a la otra mitad, que se dirige hacia el Sur, se la designa aguja sur.
Es incierto el origen de la brújula, asiático o europeo. Fue, quizás, inventada por los chinos un milenio antes de Jesucristo.
Permitió la navegación de larga distancia: indica la orientación de la nave en lo que se refiere al norte magnético.
Fue primero una mera barrita de hierro tocada con la piedra imán e introducida en un soporte que flotaba en el agua de una vasija. Más tarde se convirtió en una aguja con el eje de giro, colocada en una caja provista de una rosa de los vientos. A partir del siglo XIV, esta caja se mantenía en equilibrio mediante la suspensión que hoy llamamos de Cardano.
Para proteger las brújulas y poderlas utilizar con mayor comodidad, solían guardarse en la bitácora, una especie de caja grande o armario colocado en el puente, junto al palo de mesana, donde podía observarlas el timonel sin dificultad.
ROSA DE LOS VIENTOS
La Rosa de los Vientos puede ser uno de los elementos cartográficos más conocidos y más bonitos.
Se utilizaba en los antiguos mapas para señalar los puntos cardinales y las direcciones de los vientos.
De la Rosa de los Vientos salían numerosas líneas de rumbo o demoras que se cruzaban en varios puntos del mapa. Estas líneas eran una ayuda para los navegantes que les permitía navegar mar adentro utilizando sólo la brújula como referencia.
El navegante trazaba la línea recta que unía los puertos de origen y destino y, después, daba al piloto el rumbo de la línea lo más paralela y lo más cercana a la que él había trazado. El barco seguía ese rumbo hasta encontrar otra línea que fuera más paralela.
Las rosas de los vientos se convirtieron en marcos de una impresionante belleza alojando en su interior desde complicados dibujos geométricos hasta imaginería religiosa.
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