Hay,
entre tantas marinas,
cuatro que arrumban al mar.
Si lucen bellas en cuadros
mucho más a son de mar.
Otras
quieren adentrarse
con sus ojos verdemar
en el cálido horizonte
de un amor por consumar.
Los
espolones de bronce
amuras hacen bramar.
Fuego silente, y el rayo:
¡Les falta paz por firmar!
El
volcán del acero fratricida
enrojece la lámina azulada,
la barca donde habito destrozada,
es un pecio la vida sumergida.
Remos
avistan la costa,
los veleros, ultramar.
El vellocino de oro
es el dios al que aclamar.
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Me
remonto a los mares más remotos,
aquellos que los trueques del fenicio
propiciaron mercados de pilotos.
Ya
con arpones y redes,
agostan en plenamar
una fortuna viviente.
¡Debe prohibirse esquilmar!
Al
borde de la tarde decaída,
Luna nueva en la bóveda estrellada,
de escamas la cubierta plateada
del bullir en la luz anochecida.
Por
casa tienes su casco,
jarcia y velas de alamar,
te sentirás si compites
albatros de vientomar.
El
amor de una Rosa me rescata.
Jazmines son las velas que acaricio
al reglar el velero en la regata.
Barnamurcia
1 Mayo 2012
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